Hambre emocional: 5 Emociones que te hacen comer en exceso
Hola, soy Gabriela, nutricionista y coach y me gustaría compartir mi historia contigo. A lo largo de mi vida, he lidiado con el sobrepeso y malos hábitos alimenticios que afectaban mi salud y bienestar. Esta experiencia me llevó a abrir esta web especializada en problemas alimentarios donde ayudamos a las personas a gestionar su relación con la comida de manera saludable. Hoy quiero hablarte sobre cinco emociones que pueden llevarte a comer en exceso y explicar qué es el hambre emocional.
Las personas con sobrepeso suelen haber intentado muchas veces perder peso mediante dietas, a menudo sin éxito y con efectos secundarios negativos. Antes de centrarnos en la pérdida de peso, debemos evaluar sus hábitos alimentarios y estado emocional. La obesidad no siempre es resultado de la falta de voluntad; hay una historia detrás de cada persona.

Mi Historia: De la lucha con el sobrepeso a ayudar a otros
Desde joven, la comida fue mi refugio ante situaciones difíciles. Cuando estaba estresada, ansiosa o triste, encontraba consuelo en la comida. Esto me llevó a ganar peso y a sentirme cada vez peor conmigo misma. Después de años de luchar, decidí buscar ayuda profesional y aprendí a entender y gestionar mis emociones. Esta transformación me inspiró a ayudar a otros que, como yo, luchan con el hambre emocional.
Además, no nos olvidemos que la obesidad se ha convertido en la pandemia del siglo XXI. Cada año, 2.6 millones de personas mueren como resultado del sobrepeso o la obesidad a nivel mundial. Desde 1980, la obesidad se ha duplicado, afectando a más de 2000 millones de adultos. En Europa, el 59% de las personas tienen más kilos de los que deberían y son obesos.
¿Qué es el hambre emocional?
El hambre emocional es el impulso de comer en respuesta a emociones en lugar de hambre física. A diferencia del hambre física, que aparece gradualmente y puede ser satisfecha con cualquier alimento, el hambre emocional surge repentinamente y se enfoca en alimentos específicos, a menudo poco saludables. Muchas conductas alimenticias son hábitos. Por ejemplo, la costumbre de comer con pan es un hábito tan arraigado que hay personas para quienes la comida no es satisfactoria si no hay pan. Durante las Navidades, todos comemos por hambre emocional, impulsados más por la alegría de la celebración y el estar con la familia. Si mi madre me prepara mi postre favorito, ¿Cómo no voy a comerlo aunque esté lleno?
El hambre emocional está dirigida por diferentes emociones, que pueden ser tanto de alegría como de tristeza. No me gusta hablar de emociones positivas y negativas, pero es cierto que pueden influir en nuestra alimentación de distintas maneras. Las emociones que más suelen llevar a la gente a comer de manera emocional son:
1. ¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una emoción que puede desencadenar en el temido hambre emocional. Cuando nos sentimos ansiosos, buscamos formas de aliviar la tensión, y la comida suele ser una de las soluciones más accesibles. Sin embargo, comer en respuesta a la ansiedad a menudo conduce a comer en exceso y a elegir alimentos poco saludables.
Muchas personas comen cuando están ansiosas porque no saben qué va a pasar. La ansiedad, especialmente en quienes son dietistas crónicos, lleva a comer en exceso debido al intento de controlar la comida y la frustración de no lograrlo.
2. ¿Cómo más cuando tengo estrés?
El estrés crónico puede tener un impacto significativo en nuestros hábitos alimenticios. El cuerpo, al estar en un estado constante de alerta, busca energía rápida, lo que nos lleva a antojos de alimentos ricos en grasas y azúcares. Este tipo de alimentación no solo contribuye al aumento de peso, sino que también puede crear un ciclo de estrés y sobrealimentación difícil de romper.
3. Tristeza y depresión
La tristeza y la depresión son emociones que a menudo nos llevan a buscar consuelo en la comida. Comer puede ser una forma de llenar el vacío emocional y proporcionar una sensación temporal de bienestar. Sin embargo, este alivio es de corta duración y a menudo seguido por sentimientos de culpa y arrepentimiento.
Pero no nos olvidemos, que la alegría, también nos hace comer más. En ocasiones festivas, como las Navidades, comemos más de lo necesario porque estamos felices y queremos celebrar.
4. El aburrimiento provoca hambre emocional
El aburrimiento es otra emoción común que puede llevar al hambre emocional. Cuando no estamos ocupados, es fácil recurrir a la comida como una forma de entretenimiento. Este tipo de comportamiento puede convertirse en un hábito, llevándonos a comer cuando en realidad no tenemos hambre. No saber qué hacer puede llevarnos a abrir la nevera repetidamente, buscando algo que comer.
Te pongo un ejemplo interesante: Imagina que has quedado con alguien a las 10:30, pero este alguien llega más tarde, y te planteas si tienes que comer ahora para no tener hambre después. En este caso, estamos hablando más de un hambre racional, no fisiológica. No estábamos escuchando nuestras señales reales de hambre y saciedad, lo cual es muy importante. No es un hambre emocional en sí, ya que no es una emoción la que nos lleva a comer, sino una decisión racional basada en la anticipación de no poder comer después.
Y es que también existe el hambre por aburrimiento. Es común comer porque no tenemos nada mejor que hacer, buscando el estímulo y la dopamina que nos da la comida. Este tipo de hambre también entra en la categoría de hambre emocional.
5. La soledad también provoca hambre emocional
La soledad puede ser una causa importante de comer emocionalmente. Cuando nos sentimos solos, la comida puede parecer una fuente de consuelo y compañía. Esto puede llevar a patrones de alimentación poco saludables, ya que buscamos llenar el vacío emocional con alimentos en lugar de abordar la causa subyacente de nuestra soledad.
Cultura de la dieta y su impacto
Vivimos en una cultura obsesionada con la dieta, especialmente las mujeres que han sufrido esta presión social durante toda su vida. Desde jóvenes, se nos inculca la idea de que debemos mantenernos delgadas. Este enfoque puede llevar a trastornos de la conducta alimentaria y problemas de hambre emocional.
Es fundamental empezar a cuestionar si realmente necesitamos hacer dieta para solucionar nuestros problemas de peso. Muchas veces, las dietas restrictivas no son la respuesta y pueden incluso agravar el problema. Necesitamos un enfoque más holístico que incluya hábitos saludables y una relación pacífica con la comida.
Diferenciando el hambre física del hambre emocional
Es crucial aprender a diferenciar entre el hambre física y el hambre emocional para poder gestionar mejor nuestras respuestas emocionales a la comida. Aquí hay algunas diferencias clave:
- Hambre física: Aparece gradualmente, se puede satisfacer con cualquier tipo de comida, y cesa una vez que estamos llenos.
- Hambre emocional: Surge de repente, nos hace desear alimentos específicos, y no se alivia después de comer, a menudo dejando una sensación de culpa.
Consejos para gestionar el hambre emocional
Es crucial que aprendamos a diferenciar entre el hambre física y emocional. Debemos escuchar nuestras señales corporales y entender nuestras emociones para poder gestionarlas de manera saludable. La comida no debe ser una fuente de consuelo constante, sino una parte equilibrada de nuestra vida.
Si te identificas con el hambre emocional, busca ayuda profesional para trabajar en tu relación con la comida y tu bienestar emocional. Tu salud y felicidad son lo más importante.
- Identifica tus emociones: Aprende a reconocer cuándo estás comiendo por emoción en lugar de por hambre física. Mantén un diario de alimentos y emociones para identificar patrones.
- Encuentra alternativas saludables: Busca otras formas de manejar tus emociones, como el ejercicio, la meditación o hablar con un amigo.
- Mantén una dieta equilibrada: Comer regularmente y de manera equilibrada puede ayudar a prevenir el hambre emocional al mantener estables tus niveles de azúcar en la sangre.
- Hidratación: A veces, la sed se confunde con el hambre. Mantente bien hidratado bebiendo suficiente agua a lo largo del día.
- Duerme lo suficiente: La falta de sueño puede afectar tus hormonas del hambre y saciedad, llevándote a comer en exceso.
Y para finalizar…
El hambre emocional es una respuesta común a una variedad de emociones. Identificar y entender estas emociones es el primer paso para gestionarlas de manera saludable.
Desde BoSoMi sólo queremos decirte, mucho ánimo, y ¡te queremos! ❤️